Somos nuestros propios superhéroes
Mirando hacia atrás, veo todas las veces que he querido dejarlo todo. A veces sentimos que estamos en la cima de nuestra vida o en un buen momento, y sin embargo, recordamos las veces en las que parecía que no podíamos más. Reflexionando sobre ese «yo» del pasado, me doy cuenta de que desde que llegué a este país, siempre he tenido que ser mi propia amiga. No tenía otra opción. Fui yo quien se tuvo que dar ánimos cuando no quería ir a clases de inglés o cuando simplemente no entendía. Hoy quiero compartir un poco de esa parte vulnerable que muchas veces es difícil mostrar.
En una ocasión, cuando recién había empezado a estudiar inglés, fui a una tienda a comprar una botella de agua. Hice la fila y cuando me tocó pedir, no pude decir las palabras “water bottle”. En mi frustración, señalé la nevera y el chico detrás del mostrador me preguntó «¿Coke?» y, sintiéndome impotente, acepté. Salí con una Coca-Cola en mano y una gran frustración en el corazón. Al día siguiente no quería ir a estudiar. Me decía: «¿Cómo es posible que no pueda pedir una botella de agua en una tienda si estoy estudiando inglés?». La rabia conmigo misma fue enorme, pero luego de desahogarme, decidí quedarme practicando esa frase casi dos horas esa noche. Me prometí que al día siguiente iría de nuevo, y esta vez lo haría. Puede parecer una tontería para otros, pero para mí fue un gran logro.
Otra experiencia difícil llegó en 2019, cuando fui aceptada en la maestría en Baruch College. Estaba emocionada, lista para comenzar esta nueva etapa. Renuncié a mi trabajo y decidí usar mis ahorros para disfrutar de mi primer semestre. Una semana antes de iniciar, mi padre sufrió un derrame cerebral. Recibí la noticia cuando estaba en la ONU en una reunión. Sin pensarlo, me fui de inmediato a Colombia, y mis ahorros también se fueron en el proceso. Gracias a Dios, la salud de mi padre mejoró, pero tuve que aplazar mis clases. En esos momentos uno se cuestiona: «¿Regreso o no a la escuela? ¿Lo dejo todo?». Pero regresé en enero, empecé mi primer semestre, y el resto es historia.
El 2020 trajo consigo la pandemia, y fue un caos total. No encontraba empleo y estaba a punto de rendirme. Consideré alistarme en el ejército, y aunque mi tío, quien ya había estado en el Army, me sugirió que no era lo mío, yo ya no veía otra salida. Pero esa misma semana, recibí una llamada de una conocida que me pidió que le enviara mi hoja de vida. Así fue como, inesperadamente, conseguí una entrevista en una organización.
Podría contar muchas más historias, desde aprender a manejar hasta sentir que mi tiempo para ciertas metas ya había pasado, incluso en el amor. Pero si hay algo que he aprendido es a retomar mis metas, las veces que sea necesario.
Un último ejemplo es este blog, Ximena Cuenta. Empecé Ximena Cuenta en 2015, lo dejé y lo retomé varias veces. Pero amaba escribir, y ahora es una parte fundamental de mi vida. Me permite conectar con ustedes y ayudarles a retomar sus propias metas.
No se trata de no caer, sino de retomar una y otra vez.

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